La semana pasada el SAT publicó este comunicado a través de su cuenta de twitter:

Para los contribuyentes este mensaje nos ha dejado más dudas que respuestas en torno a lo que podemos o no hacer en el portal—e incluso utilizando tácticas de miedo en relación a consecuencias legales.

Resulta claro que no podemos hacer todo el trabajo relacionado a nuestras obligaciones tributarias nosotros mismos, necesitamos terceras partes, en la forma de contadores o administradores, según sea el caso. Es imposible imaginar que tanto el dueño de una empresa con mil empleados o más va a realizar sus obligaciones tributarias él mismo, o que el micro empresario va a tener el tiempo o el conocimiento para presentar sus declaraciones.

La plataforma del SAT deja mucho qué desear. Su funcionalidad es confusa cuando menos y suele tener fallas por doquier, pero sus ineficiencias no terminan ahí—también en la comunicación oficial no están al nivel, emitiendo información como la de este confuso tweet que posteriormente aclaran que no hay que compartirla a terceros no confiables, pero luego terminan otra vez con un confuso mensaje declarando que esta información es personal e intransferible. En resumen, ¿deberiamos o no compartir nuestra contraseña? El SAT no deja nada claro. Para motivos prácticos podemos definir que, independientemente de lo que se comunique, la única posibilidad real para una empresa o una persona física es delegando el trabajo de las obligaciones fiscales a un tercero.